Notamos vibraciones en el suelo. Los sonidos de un traqueteo nos hace acercarnos a la ventana. En apenas unos segundos la estancia se reduce confinándonos a un lugar oscuro, bamboleante, con un fuerte olor a cuero. Tomamos asiento después de una fuerte sacudida que nos hace exclamar al sentir un punzante dolor cuando nuestra cabeza se golpea contra los laterales de aquel habitáculo.
La voz grave y ronca de un hombre se alza aportándonos información. Quien nos transportaba acababa de dar “el alto” a los caballos ¡Nos encontramos en el interior de un carruaje! Tras disminuir la velocidad para tomar una curva, el vehículo continúa su recorrido. Con timidez descorremos las cortinillas para dejar entrar la luz.
Nos quedamos sin aliento cuando observamos al otro lado de la ventanilla transcurrir los dominios de una propiedad del s.XIX. Una imponente edificación de ladrillo se alza al otro lado del río y nuestro carruaje se dispone a cruzar el puente de piedra gris que permite su acceso. Una campiña inglesa despliega el verde de sus praderas salpicando de bosque algunos rincones.
Ventana al pasado nos ofrece dar una vuelta por Brocket Hall, propiedad del vizconde de Palmerstone.
Nos recostamos en el asiento y disfrutamos de las vistas hasta que una joven con mirada perdida nos llama la atención. Reconocemos a Edyna Wimsey, lady Palmerstone, encaminándose hacia la gran mansión. En su mirada observamos las sombras de la incertidumbre.
Dejando atrás a la pensativa vizcondesa continuamos nuestra visita. Una hora después el carruaje se detiene. Parpadeamos pendiente de lo que acontecerá. Silencio. Decidimos abrir la portezuela con curiosidad. Bajamos, no sin antes buscar la presencia de alguien. Nada, ni el cochero nos acompaña. Las risas femeninas y exclamaciones que escuchamos nos invitan a adentrarnos en el edificio. Todo apunta a que es una de las entradas para el servicio. Después de deambular siguiendo las voces, nos escondemos para observar el interior de la estancia donde se encuentran las protagonistas.
Lady Palmerstone parece tomar parte del cuidado de sus hermanas. Edyna trenza la cabellera de Roselyn quien no deja de soltar risillas mirando de soslayo a la menor de ellas; quien repantigada sobre la cama continua burlándose de las amonestaciones de su institutriz.
—¡Dejad de gritar! —escuchamos que les dice Edyna—La señora Atwood se verá obligada a castigaros. Y yo no me opondré, ya os dejo avisadas. Sólo pensar que me pueda ver aquí acicalando a Roselyn hace que me eche a temblar.
—Ay no debes preocuparte Edyna—le contesta Roselyn con sus mejillas sonrosadas por la risa—Somos buenas alumnas, en su presencia jamás nos comportamos así. —tras unos segundos apretando sus labios para disimular su expresión burlona continuó diciendo con fingida tirantez—Dios nos libre de alzar la voz y reír de forma escandalosa.
—¿Por quién nos tomas?— exclama Jenna, arrodillándose sobre el colchón tras esconder otro ataque de risa infantil—Sabemos que lord Palmerstone no tiene por qué ofrecernos una buena educación, y le estamos agradecidas, pero debes reconocer que la señorita Atwood llega a ser tan aburrida como las normas que hay que aprender. ¿Es que una dama no puede divertirse como nosotras hacemos?
—Por supuesto que no. Una joven nacida en una buena familia es educada desde su infancia para llevar una conducta impecable—respondió Edyna rotunda esforzándose por mostrar seriedad—Nosotras somos distintas, salvajes, como nos llama Atwood. Tenemos que demostrar que podemos estar a la altura de todos ellos. No quisiera avergonzar a mi esposo.
—No lo haremos—contestó Roselyn mostrando pesar—Y tú tampoco lo harás. Sólo hay que oírte hablar para comprobar cómo avanzas en las lecciones. Hasta tu postura ha cambiado lady Palmerstone.
Su tono desdeñoso se ganó un manotazo de Edyna, quien meneó la cabeza de un lado a otro.
—Está bien, tienes razón—aceptó Jenna bajándose de la cama haciendo un mohín de arrepentimiento—Prometo hacerlo lo mejor posible. Ya verás que en unos meses nadie podrá decir que somos unas campesinas salvajes que protestan por el despilfarro de madera, de velas, la cantidad de comida que sobra, la cantidad de plata que utilizan para comer, los vestidos que tiran por una simple mancha…
Comenzó a enumerar haciendo sonreír a las hermanas mayores.
—Eso sin contar que no podemos reír, correr descalzas, insultarnos…—la siguió Roselyn carcajeándose.
Continuaron poniendo a prueba su memoria, sin darse cuenta que Edyna volvía a sumirse en el silencio que guarda la presión de cumplir con el deber que se le ha asignado. Cuando sus hermanas la arrastraron para celebrar su buena fortuna borró la triste expresión de su rostro para sonreírles.
No preguntaron la razón por la cual lord Palmerstone había desposado a Edyna, tampoco pensaron si había que pagar aquella oportunidad que la vida les ofrecía, ni tampoco creyeron que en algún momento podría llegar el arrepentimiento… Nada de eso rondaría la mente de lady Palmerstone hasta cuatro años después…
FEBRERO 2016
Que ganas de que llegue Febrero! Me encantan estos relatos.
Me gustaMe gusta
Si! Yo también estoy deseando que conozcan a Lady Palmerstone 😃 Gracias por tu comentario
Me gustaLe gusta a 1 persona