El Rumor de las Folías

Un Rumor sin fronteras…


fb126422b39e8772e06fa9e2f6978417Nuestra estancia se llena de una luz intensa, cálida y arrolladora que logra despertar cada fibra de nuestro cuerpo llenándola de energía. El calor se adentra cual llamarada al abrir la ventana que se diluye para dejarnos pasar al otro lado. Nuestros pasos, llevados por la curiosidad, no dudan en adentrarse en este nuevo viaje al pasado.

 

5-calle-zanja-la-habanaUna ciudad bulliciosa, con personas cruzando grandes avenidas cuidando de no ser atropelladas por vehículos a motor, nos animan a perdernos entre la frenética actividad. Los colores, sensaciones y la vista de la cúpula del capitolio sobre los edificios nos indican que nos encontramos en La Habana de los años 30.

Tras varios minutos andando por la ciudad respirando 3f8ab9aa8ea45d0240c4c2c0e5fa4804el olor cubano, el calor nos hace buscar la sombra bajo el toldo de un comercio. Unos segundos después observamos un Hispano Suiza detenerse a unos metros de nuestra acera. El caballero que lo conduce apaga el motor bajando con rapidez. Nos sorprendemos al reconocer a Tomás Westerling.

Tras quitarse la chaqueta y quedarse con el chaleco, se arremanga con la intención de bajar del vehículo un gran arcón amarrado con cuerdas a la carrocería del techo.dc8a0e8a275b6cbfee36a92df0154aa5 Con delicadeza, vemos cómo lo coloca frente a la puerta. Desde nuestra situación podemos admirar el intrincado tallado y la gran calidad de la madera del arcón. Tomás, absorto en su tarea, sonríe de medio lado como quien aguarda con ansias sorprender a alguien. Introduciendo su mano en el vehículo hace sonar el claxon. Sin importarle la opinión de los viandantes alza la mirada esperando ver aparece en el balcón de la vivienda del primer piso a la persona a quien llama.

6a8901f358888d52a7888a313743f252Parpadeamos al no poder creer que volvamos a saber de los protagonistas de El Rumor de las Folias. A ambos se les ve más maduros pero con el mismo carisma de siempre. Calculamos que apenas han pasado un par de años desde su Adiós a Canarias.

Nuestros ojos se dirigen hacia el balcón donde escuchamos la risa de una mujer. Luisa, ya sin trenza, con una melena corta sobre los hombros se asoma sonriendo al verle.


—¿Qué traes ahí?—pregunta risueña doblándose sobre la barandilla.

—Un regalo para mi niña celeste—le contesta.

—¡¿Un arcón Tomas?!—exclama—¡Qué bonito es!

Luisa se dio la vuelta para adentrarse en la vivienda. Segundos más tarde la vemos aparecer dando saltos en el umbral de la entrada. No tardó en bajar los escalones para lanzarse a los brazos de Tomás, quien esperaba recostado en el lateral del coche. El vestido floreado de Luisa revoloteó entorno a sus piernas en el momento del abrazo. Un brillo travieso en la mirada azul de ella encendió la sonrisa de Tomás.

—¿Te gusta? Cuando lo vi pensé en esa maleta que tienes a punto de reventar.

—Si. Bueno, es que son mis recuerdos.

Luisa acarició la superficie de madera del arcón levantando la pesada tapa. Sin apartar la mirada del mueble aceptó que ya eran tantos los objetos que acumulaba que necesitaba algo más grande.

—¡Dios me libre!—se quejó Tomás abrazándola por la espalda—Cuando seas viejita no sabrás donde guardaste tus años conmigo de tantos arcones que tendrás.

—¡No tendré tantos!—rio ante la exageración—Además, sabes que prefiero tenerte antes que recordarte.

—Haré todo lo posible por llenar ese arcón de buenos recuerdos y pocos objetos, pero dime ¿Para qué guardarlos?

Ella se encogió de hombros antes de contestar.

—¿Quién sabe si algún día alguien querrá contar nuestra historia?

—Si lo hacen, apenas quedará en un rumor—contestó Tomás con sus ojos fijos en aquel arcón y manos en los bolsillos.

—Un rumor que podrá traspasar fronteras…—le respondió a modo de secreto deseo.

—Si eso llega a suceder algún día, habrá que llenarlo de buenos momentos.

—¿Qué propones?

—Empezar por la fiesta de Machado en los jardines de Céspedes.

—¡Me gusta tu idea!—celebró Luisa.

Las risas y bromas continuaron mientras Luisa animaba a Tomás a subir el pesado arcón hasta la vivienda…

Aquella tarde les seguimos hasta la fiesta, ventana al pasado rescató algunas imágenes de la vida en cuba

Mientras, el deseo de Luisa López comenzaba a tomar forma en nuestro presente…Ya puedes conseguir El Rumor de las folias en EBOOK sólo en la librería.

 

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