Escocia s.XV
Hace tiempo que el guerrero Irvyng McLeod comprometió su vida al servicio del laird Daimh Mackenzie y de la esposa de este, Aila. Con la llegada del verano se hace necesario construir un molino para el sustento de la comunidad, y será Irvyng quien viaje a Aberdeen en busca de los materiales. Al llegar se encuentra con una joven de rasgos peculiares, poseedora de gran inteligencia, hábil con las distintas lenguas y conocedora de artes bélicas. Irvyng se ve incapaz de pasar por alto su exotismo, por ello no duda en llevársela. Las razones por las que lo hizo, solo las sabe él.
Suomi no se amedrantó ante la llegada de los fieros Highlander, menos aún ante el rubio de ojos de hielo y actitud furibunda. Se negó en rotundo a acompañarlos al norte. Sus padres la habían dejado al cargo del negocio mientras ellos tratan con el rey de Escocia. A pesar de su juventud, había sido educada por padres adoptivos e instruida en labores masculinas. Había crecido viajando y empapándose de avances en ingeniería y otros inventos que hallaba en su camino. Y a pesar de ello, nunca se había topado con una mente como la de Irvyng McLeod. El guerrero era rudo, tozudo y leal con lo suyos. Suomi creyó que sería fácil despacharlo, pero jamás intuyó que terminaría recorriendo las Tierras Altas como a su lado. Si en un principio creyó que su lugar estaba muy lejos de allí, pronto descubrirá que Irvyng le puede ofrecer lo que siempre había anhelado. Ser aceptada más allá de su origen y ser amada por un bárbaro convencido de que ella era un hada que provenía de oriente.