Lo Que El Rumor Esconde
Llevo un tiempo queriendo hacerles llegar a Ventana al Pasado más secretos sobre lugares que aparecen en El Rumor de las Folías. Hace unos días salí con la cámara en la mano en busca de imágenes que puedan situar mejor la historia.
Comienzo con este cartel. En los meses de documentación me topé con la lista de apellidos influyentes de Santa Brígida a principio del s.XX, municipio donde decidí desarrollar parte de la historia. En ella nombraban a los Westerling. El origen de este apellido es holandés por lo que aprovecho para pedir perdón por mi licencia al inventar a Stephen Westerling (padre de Tomás y Ramón) como inglés. Hace unos meses descubrí este cartel, como si de un guiño de los protagonistas se tratara, comprobé que sin quererlo ubiqué la finca Verde Rama cerca. Y este hecho me sorprendió. Cuando me topé con esta indicación una pregunta me vino a la mente: ¿Quien eligió a quien, el apellido a mí o al revés? Quizás había leído este apellido en más de una ocasión sin recordarlo, decantándome de manera inconsciente por él cuando decidí escribir la novela.
Mi objetivo cuando salí de casa era traerles la imagen de este emblemático edificio que gracias a personas nostálgicas como yo, han permitido que sobreviviera al tiempo en tan buen estado. Hablo del Hotel Quiney situado en EL Monte Lentiscal. En su muro se recuerda su antiguo uso. Los que ya se hayan paseado junto a Luisa a través de las páginas de El rumor de las folías, recordarán el lugar donde se hospedaba la prima Katherine Westerling cada vez que venía de Inglaterra. En la mayor parte de los libros que leí para la documentación resaltaban la presencia de colonias extranjeras, principalmente ingleses, con intereses comerciales, mercantiles y turísticos. Este último punto me llamó mucho la atención pues ya desde el s.XIX Canarias plantaba la semilla de lo que hoy es su principal motor económico: el turismo. Por esa misma razón, entre mares de datos e imágenes me encontré con el Hotel Quiney, que tomó el mismo nombre de otro hotel ubicado en la capital.
Desde aquí, muchos turistas organizaban excursiones por los alrededores de Santa Brígida cabalgando hasta la Caldera de Bandama y la aldea troglodita de La Atalaya. Los más aventureros se adentraban en el interior de la isla para conocer los rincones más alejados de la civilización.
En esta entrada, también quisiera contarles cómo mis pasos me llevaron a realizar el camino que Luisa recorrió el día de calima cuando Rita Galiano la envió a cambiar unos zapatos a Tafira. En la curva que los satauteños llaman “Curva del Inglés” pude fotografiar la placa que recuerda parte de la historia de la zona.
Quizás, alguien con tanta imaginación
como yo, puede ver pasar a una Luisa aguantando el calor y controlando la respiración para que el asma no le impida realizar su tarea. Poco después la encontraría Ramón y Cristóbal del Castillo quienes terminarían invitándola a un botellín de cerveza Tropical. ¿Recuerdan?
Espero de corazón que estos recuerdos del pasado que rescato en la novela mantengan viva la historia de Luisa López y Tomás Westerling en su memoria.
Si quien lee esta entrada no se ha topado aún con El Rumor de las Folías, sólo espero que se haya sentido atraído por lo que sus páginas cuentan.
Prometo volver a sentarme en esta Ventana para desvelar más secretos sobre Lo que El Rumor esconde.